Robots, la curiosa historia de la robótica

9 abril 2021

 

La robótica está presente en nuestras vidas de múltiples maneras. Máquinas que hacen tareas humanas o que apoyan a esos trabajos han acompañado a las personas desde tiempos antiguos. Sin embargo, ¿estamos en un mundo robotizado? Pues aunque parezca que sí, no lo estamos aún. Según la definición de robótica en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE) estamos ante una técnica, no ante una especie de sistema global de «vida robotizada».

 

.- Definición de la RAE de Robótica: 1. f. Técnica que aplica la informática al diseño y empleo de aparatos que, en sustitución de personas, realizan operaciones o trabajos, por lo general en instalaciones industriales.

 

 

  Los robots serían aparatos resultado de esa técnica informática que diseña máquinas para sustituir a personas en trabajos. Lo que ocurre es que la robótica más “radical” pretende construir replicas de personas, no solamente artefactos que hagan trabajos humanos. Por eso, a los amantes de la literatura de Asimov esta definición tan técnica y literal a la vez no les satisfará nada. Es más, no estarán muy de acuerdo con ella si están ya convencidos de que la humanidad se conduce a crear un futuro compartido con humanoides robots.

 

Como ya decíamos, la mecanización de movimientos y acciones humanas es muy antigua. Si consideramos esa definición de robot como el aparato que sustituye al hombre en ciertos trabajos, el molino de agua o viento podría ser considerado uno de los primeros robots de la historia humana. A don Quijote le parecieron gigantes de grandes brazos, como esos grandes androides del animé japonés. Pero el gran paso que humanizaba a esas primitivas máquinas se daría de los autómatas a los androides.

 

 

En la categoría de autómatas encontramos a otros parientes lejanos de los robots. Parece que el deseo por “animar”, dar vida a muñecos o estatuas, es muy viejo. Los egipcios simulaban que las grandes estatuas de los dioses movían las manos o hablaban, mediante técnicas mecánicas ocultas que manejaban los sacerdotes. Se trataba de dar «vida autónoma» a las representaciones antropomorfas de sus dioses. Además, los juguetes mecánicos que simulaban movimiento de animales o de personas querían entretener pero también “dar vida” a esas creaciones humanas. Los podemos encontrar en épocas tan remotas como la Grecia Clásica.

 

Luego, en la Edad Contemporánea, los grandes mecanos para manufacturas serían la antesala de los robots. Estos ingenios pretendían sustituir a brazos y piernas de los obreros en la época de la industrialización. Maquinaria de la industria textil de finales del siglo XVIII ya lograba mecanizar actos que antes sólo hacían los dedos humanos. Así muchos historiadores especializados fijan el inicio de la robótica actual en la industria textil del siglo XVIII, cuando Joseph Jacquard inventa en 1801 una máquina textil programable mediante tarjetas perforadas. La Revolución Industrial con nuevas formas de energía y técnicas mecánicas impulsó el desarrollo de estos ingenios mecánicos.

 

Algunos pioneros de la robótica androide consiguieron hacer con ingeniosa maestría verdaderos prototipos de robots de hace trescientos años. A mediados del siglo XVIII, Jacques de Vauncansos se hizo famoso construyendo una “orquesta robot” con músicos mecanizados de tamaño natural. Otro destacado pionero en conseguir un robot ya “humanoide” fue en 1805 Henri Maillardert. Logró fabricar una muñeca mecánica copiando los rasgos de una de sus sobrinas aficionada a la pintura. Este robot, ingenio mecánico, era capaz de hacer dibujos siguiendo unas pautas básicas. Un artista de «inteligencia artificial».

 

Pero será ya en la segunda mitad del siglo XX, cuando esa técnica de diseñar aparatos o ingenios mecanizados que sustituyen al ser humano adquiera también inteligencia artificial. Se comienza a utilizar una nueva tecnología que supondría la auténtica revolución para la técnica robótica: la informática. Con esta ciencia se conseguía algo más que la pura mecanización del recrear movimiento o actos humanos, se lograba lo que algunos denominan “alma artificial” de las máquinas. En la actualidad, proyectos de androides se realizan en todas las grandes compañías especializadas en nuevas tecnologías. Los usos siguen siendo en su mayoría para fines industriales, como el androide Atlas; aunque también existen para uso militar o científico. Sin duda los más increíbles son los enviados a viajes al espacio, como los de las expediciones Apolo a la luna, el pionero buggy lunar del Apollo 15 y los programados para las misiones a Marte.

 

 

La combinación de ingeniería electrónica, mecánica, informática, diseño industrial… ha convertido a la robótica en algo más que una ciencia, en una especie de reto del ser humano para conseguir reproducir la vida humana. Humanoides y robots de última generación se asemejan, de manera escalofriante, a su creador. Estos atributos de «creador de vida» (aunque sea artificial) han obligado al ser humano a reflexionar desde perspectivas similares a la moral religiosa o la ética social. Un autor pionero en estas observaciones fue el gran escritor de ciencia ficción y divulgador científico Isaac Asimov, que ya en un temprano relato, Runaround (1942), expuso ‘Las Tres Leyes de la Robótica’:

 

  1. Primero, un robot no hará daño a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño.
  2. Segundo, un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si estas órdenes entrasen en conflicto con la 1ª Ley.
  3. Tercero, un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la 1ª o la 2ª Ley.

 

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