La llegada a la Luna, hito del Siglo XX

16 marzo 2021

 

En los televisores de España la voz atiplada y seductora de Jesús Hermida, sonaba con excitación en cada movimiento del astronauta Neil Armstrong bajando por la escalerilla del módulo lunar del Apolo 11. El comandante Armstrong tenía el honor de ser el primer ser humano que pisaba la luna. Ese satélite de nuestro planeta, al que todos hemos contemplado alguna vez con melancolía, fue conquistado para la humanidad, que contemplaba la hazaña con el corazón encogido, una noche de verano (hemisferio norte) de 1969.

 

La famosa frase de Neil Armstrong que ha pasado a la Historia. Para el comandante de la misión Apolo 11, Neil Armstrong, no era ni verano ni invierno, ni estaba en el ecuador, ni en el Polo Norte ni en el hemisferio sur. Armstrong se encontraba el 20 de julio de 1969 a 380.000 kilómetros de la corteza terrestre. La década de los años 60, tan determinante en el siglo XX en avances sociales y tecnológicos, culminaba con la realización del que parecía un sueño inalcanzable: viajar hasta la Luna. En el instante que ese hito ocurría, el comandante Armstrong daba al mundo la espalda agarrado a la pasarela que le bajaba al suelo lunar y pensaba qué decir en un momento histórico como ese.

 

Han sido muchos los que le han preguntado si improvisó o llevaba tiempo pensando decir lo que al final dijo al contactar su bota pesada del traje de astronauta con la superficie de la Luna. La verdad es que Armstrong se ha hecho de rogar en su testimonio y ha coqueteado con la gloria tanto que no queda claro si fue fruto de la improvisación o una frase preparada. Un astronauta es una persona inteligente, pero no se le pide dotes de genial guionista. La cuestión es que la frase resultó perfecta, de guión de película: «Un pequeño paso para el hombre, un gigantesco paso para la Humanidad».

 

En esa fecha el marcador estaba USA: 1 – URSS: 0. No, no se trataba del resultado de un partido de fútbol. Era el marcador que reflejaba la carrera espacial en 1969. Los Estados Unidos habían marcado el gol de la victoria cuando el partido estaba a punto de acabar. La competición tecnológica por conquistar el espacio estelar fue una de las más apasionantes y duras que mantuvieron las dos superpotencias. La URSS había amenazado seriamente el área de los estadounidenses, con dos o tres llegadas con disparos que rozaron los postes. El que fue casi gol fue la puesta en órbita por primera vez de un cosmonauta, el teniente coronel Yuri Alekseyevitch Gagarin. Era el 12 de abrir de 1961 y todo parecía indicar que los rusos iban muy por delante de los norteamericanos en esa frenética carrera espacial.

 

 

Los norteamericanos no se durmieron en los laureles, enseguida respondían a las incursiones soviéticas con proyectos similares o más osados. Un hombre fue fundamental para el triunfo de los EEUU en la carrera espacial, fue el carismático John F.Kennedy, el presidente que prometió a los americanos y a todo el mundo libre que antes de acabar la década un hombre pisaría la luna. Y cumplió su promesa, aunque él no la viese realizada al ser asesinado en Dallas el 22 de noviembre de 1963.

 

En ese ambiente de complot universal que comenzaría con el asesinato de Kennedy, para los amantes de las conspiraciones resultó fácil creer que algo más de cinco años después el ser humano no había llegado a la luna. Se iniciaron bulos o informaciones manipuladas que aseguraban que la misión fracasó. Todo ello, según estas versiones conspirativas, se encubrió con unas imágenes grabadas en un estudio de Londres por el director Stanley Kubrick (luego grabó un supuesto documental que no es más que una ingeniosa broma). El hecho de que en 1972 se terminasen de golpe, sin más, los viajes a la luna, las conocidas como misiones Apolo, sería otro argumento para los partidarios de estas teorías negacionistas. La pregunta que hacían: ¿Por qué tres años después se abandonó la conquista del espacio exterior?

 

Las misiones Apolo y la NASA en la actualidad.

Al Apolo 11 le siguieron hasta seis vuelos espaciales más, todos con destino lunar. Sin embargo el interés de la opinión pública mundial fue decreciendo. La irrupción de la «Crisis del Petróleo» (1973) trajo preocupaciones económicas, recortes de presupuestos. El público norteamericano se mostraría ahora más preocupado en los problemas de la guerra de Vietnam o por los conflictos raciales. Atento a las revoluciones sociales, como la llamada «revolución sexual» con la llegada de la píldora anticonceptiva y la mayor libertad de la mujer en las relaciones sexuales.

 

 

No obstante, el éxito de las misiones Apolo no hizo más que demostrar lo que ya era evidente, la supremacía tecnológica de los Estados Unidos frente a su «archienemigo soviético». Pero demostrar una evidencia resultaba excesivamente caro, muy costoso para una superpotencia militar que tenía varios frentes abiertos y no podía descuidar la carrera armamentística. Se decidió dejar la investigación espacial en un segundo plano y poco a poco la luna se sustituyó por otro sueño: conquistar Marte.

 

 

 

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