La caza de brujas, el lado oscuro del “dorado Hollywood”
Existe una época dorada de la industria del cine en Estados Unidos, que sentó las bases del llamado Séptimo Arte en todo el mundo. Era el llamado «feliz Hollywood» de los años 1930 y 1940. Pero la felicidad iba acabar de un plumazo. La década dorada de la Meca del cine, con actores, actrices, guionistas, directores y productores en estado de gracia, sufriría como ningún otro estamento social la represión política iniciada en EEUU durante los años más gélidos de la Guerra Fría.
Todos los historiadores coinciden en señalar 1947 como el año decisivo. Las tensiones eran tan graves que en cualquier momento parecía que el mundo volvería a estar en guerra mundial. Alemania se había dividido en dos. La Europa centro-oriental era un nido de avispas. Comenzaban los procesos de descolonización en Asia, que llevarían a guerras “calientes” dentro de la Guerra Fría, como las de Corea y Vietnam. Además, a finales de esa horrible década de 1940, China seguía en plena guerra civil.
Para más complicación, la Europa occidental sufría una grave crisis económica, la dura posguerra hacía crecer el malestar social y la URSS lo podía aprovechar con su discurso anticapitalista. Los EEUU reaccionan con el conocido Plan Marshall, una estratégica ayuda económica que enseguida consigue su propósito, por ejemplo permite a Gran Bretaña seguir siendo la potencia militar democrática en zonas que de otra forma hubiesen quedado en “manos comunistas”.
El conflicto que dividió al mundo en dos bloques también llegó al cine, el Maccarthysmo
Esa lucha contra la expansión del comunismo se llevó hasta el territorio norteamericano. Para los políticos republicanos más conservadores era inadmisible que el gobierno federal se gastase miles de millones de dólares en evitar la propagación comunista en el mundo y descuidase el patio de su casa. En EEUU también se vigiló con lupa a los “subversivos” (posibles antiamericanos), el periodo más inquisitivo y represor en esos años de Guerra Fría se conoció con el nombre de su particular “Torquemada”, el senador Joseph McCharty.
El senador por Wisconsin con sus purgas y acusaciones (infundadas muchas veces) acabó realizando una “lista negra” de personas con etiqueta de progresistas relacionadas con la cultura, la industria del cine y las artes, que no pudieron volver a trabajar o lo tuvieron que hacer clandestinamente. Muchos historiadores y estudiosos del cine (“La caza de brujas en Hollywood” de Román Gubern, Editorial Anagrama, 1991) consideran este periodo conocido como maccarthysmo un profundo trauma colectivo para la cultura norteamericana de los años cincuenta.
Los diez de Hollywood
The Hollywood Ten, así llamaron en la prensa norteamericana a los diez prohombres que se habían atrevido a romper el control político y la censura que se cernía sobre el mundo del cine. Habían acudido a Washington a manifestarse y a declarar a favor de los derechos constitucionales (Primera Enmienda), como la libertad de expresión. Entre ellos el más conocido era Humphrey Bogart, el duro de Hollywood, el hombre que le decía a Ingrid Bergman en “Casablanca” (1942) que el amor de ese trío de amantes no era importante en ese mundo convulso en el precipicio de la guerra, que lo crucial era la lucha por la libertad, mientras el avión con los salvoconductos a Lisboa esperaba con el jefe de la resistencia antinazi en una extraña niebla norteafricana. Esa lucha por la libertad en la ficción, se convertiría en realidad una década después para el mismo Bogart, ahora acompañado por otra heroína de la libertad, su pareja en la vida real, Lauren Bacall.
Retroceso cultural, la libertad artística cuestionada
Las comisiones de actividades antiamericanas, lideradas por el senador McCharty, con sus constantes interrogatorios y acusaciones a miembros de la industria del cine, mermaron la brillantez artística de Hollywood, que tuvo que “replegarse” asustado por la ferocidad del senador. Los géneros de las películas se cambiaron por temas más inocentes. El género del cine negro, con un componente de crítica social y retrato turbio de la sociedad, sufrió un declive del que no saldría hasta los años sesenta y setenta.
Un ejemplo de la sinrazón que se vivió en esos años en los EEUU es la oportunidad pérdida de tener al grandioso poeta alemán (luchador significado contra Hitler), exiliado en Santa Mónica, California, Berthold Brecht, como guionista de cine. Pero los prejuicios por sus simpatías y apoyos al partido comunista alemán, sus versos cantando a la libertad de todos los pueblos y, sobre todo, por ser uno de “los diez” y su citación ante la Comisión de Actividades Antiamericanas, privaron al cine de Hollywood de su posible trabajo como guionista, oficio al que pensaba dedicarse. Ni Woody Allen, que lo comentó años más tarde, pudo imaginarse cómo hubieran sido esas películas, ya que el poeta y escritor Berthold Brecha, aprovecharía la primera oportunidad para regresar a Alemania; aunque fuese la Alemania no comunista, la antigua República Federal Alemana (RFA).
Equipo documentalistas de rincon.hosters.es
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