Breve historia de la mal llamada «Gripe Española»
Entre los años de 1918 y 1920 se calcula que la mal llamada Gripe Española pudo matar a un mínimo de 20 millones de personas a un máximo de 150 millones.
La disparidad de cifras es tan acusada por la dificultad en la época de llevar un historial científico de los casos. Aún así, son datos concediendo crédito a las investigaciones más serias. Y la media que dan esos datos de 50 a 75 millones de seres humanos muertos en ese periodo otorga a la Gripe Española una cifra de mortalidad mayor que la ocurrida en las dos guerras mundiales juntas. Además, el virus se cebó con la población más joven, que estaba en edad militar. Esa circunstancia, solaparse datos bélicos con datos de la enfermedad también dificulta conocer una cifra exacta de fallecidos por esa pandemia mundial.
Y lo fue, mundial, por transcurrir en un contexto internacionalizado por la guerra, con un movimiento mayor de personas. No solo de soldados, también de refugiados o de poblaciones enteras movilizadas por los cambios de frontera que se dieron acabada la Gran Guerra. Es decir, en unos 18 meses esa virulenta cepa de la gripe infectó a una tercera parte de la población mundial. El origen de la cepa mortal también tuvo un «componente militar».
El consenso sobre su origen, no tras muchos debates, parece estar en un campamento de formación militar del ejército de Estados Unidos. En concreto el fuerte Riley en el estado de Kansas. En marzo de 1918, algunos soldados de ese destacamento presentaron síntomas de lo que parecía una gripe fuerte. También se dieron casos similares de gripe en cuarteles cercanos, como el Campamento Funston. Esos contingentes siguieron con sus planes de trasladarse al frente europeo, al que llegaron con gran parte de las compañías infectadas en abril de ese mismo año. La primavera de 1918, el virus ya estaba en Europa.
Lo peor, al principio de la propagación, fue que los conocimientos médicos de la época no consideraron que la gripe estuviera originada por un virus. Por eso ha resultado muy complicado identificar al huésped que sirvió como fuente del virus de la gripe A (H1N1) de 1918, nombre técnico de la mal llamada Gripe Española. La mayoría de los actuales investigadores se decantan por un origen aviar, aunque tampoco se sabe cómo se adaptó a los humanos. Lo que más sigue sorprendiendo es su agresividad, su capacidad de matar a los más jóvenes. Se piensa que al insertarse la primera cepa en un organismo joven, sus mutaciones prosperaron mejor entre la población que no superaba los cuarenta años.
En España, el país que lleva el gentilicio de la mortal gripe, la tasa de muertes también fue elevada considerando que no participó en la guerra mundial. La teoría más razonable es que el virus lo trajeron los temporeros que van a vendimiar a Francia, un trabajo que no cesó a pesar del conflicto bélico que asolaba casi toda Europa. En Barcelona se acabaron los ataúdes y el alcalde de la época pidió ayuda al Ejército para enterrar a las víctimas sin recursos en fosas comunes. Últimos estudios ponen la cifra de 260.000 personas muertas en España, lo que hizo a 1918 tener crecimiento poblacional negativo como en el nefasto 1939, el fin de la Guerra Civil.
La tercera oleada de mortalidad se dio a finales de 1919, el virus ya no era tan agresivo por haberse adaptado de manera menos lesiva. No obstante, hasta principios de 1920 se dieron casos de muerte por esta gripe. Fueron en Australia que hasta entonces, por su posición geográfica, había logrado permanecer en «cuarentena». Soldados que regresaron del frente sin aparentes síntomas de la enfermedad y emigrantes asiáticos, serían los responsables. Dato que habla de la gran capacidad de expansión de estos virus, algo que en la época de la máxima «globalización» que vivimos ahora los hace todavía más peligrosos.
En resumen, en la misma historia de esa pandemia de 1918 estaría la explicación de porqué tiene ese «erróneo nombre». No fue un caso de Fake News, tan habituales en la actualidad, pero sí que tuvo que ver con la manipulación informativa. A la Gripe de 1918 se la conoció de forma coloquial como la Gripe Española por la censura existente en la prensa internacional en los últimos meses de la Primera Guerra Mundial, cuando la epidemia estaba en su apogeo. Como España era un país neutral, sin la censura que suprimió las noticias negativas que bajaban la moral de las poblaciones en guerra, sus periódicos pudieron informar con detalle de esa gripe de extremada mortalidad. La sensación de que solamente se daban casos en España, hizo poner ese injusto apelativo de «española» a la pandemia de 1918 originada en Estados Unidos.
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Gustavo Adolfo Ordoño – Historiador y periodista-