Onassis, el naviero que fue el hombre más rico del mundo
Para las personas de las generaciones nacidas sobre la década de 1950, decir estás hecho un Onassis era sinónimo de ser un hombre rico. El naviero Onassis estaba asociado al “colmo” de la riqueza. Este personaje serviría de símbolo para representar la facilidad de hacer dinero, el lujo naciente y el desarrollo de los años sesenta en el mundo occidental. El capitalismo funcionaba y presumía de ello con ostentosas muestras de felicidad y glamour. Era la mejor manera de rivalizar con las «supuestas» sociedades igualitarias que vivían en el bloque comunista de un mundo divido en dos durante la Guerra Fría.
El bloque capitalista alentaba todos los esfuerzos individuales, tanto laborales como creativos, de sus ciudadanos para alcanzar altos niveles de vida. En el otro sistema económico todos los esfuerzos se diluían en el impreciso «bien común». La crítica del capitalismo se centraba en denunciar que ese gran esfuerzo común era para el exclusivo beneficio del Estado, que además ejercía de opresor y controlador de los ciudadanos. Aristóteles Onassis no hubiera podido ser un hombre hecho a sí mismo, si su Grecia natal hubiera caído del lado comunista tras la Segunda Guerra Mundial; algo que estuvo a punto de ocurrir en la guerra civil griega de 1945. Sin embargo, Onassis acabó siendo un modelo de empresario y hombre de negocios ejemplo para las nuevas generaciones del «desarrollo» capitalista.
Aristóteles Onassis, emigrante con visión de negocio. Su biografía es la historia de la economía del siglo XX
Aunque nació en una familia acomodada de origen griego, los avatares de la historia hicieron que todos los Onassis tuvieran que empezar de cero. Volvieron a empezar su vida de la nada, cuando las guerras turco-griegas de las primeras décadas del siglo XX les hicieron abandonar la ciudad natal de Aristóteles, Esmirna, en el Asia Menor y que hoy pertenece al estado turco.
Siendo aún casi adolescente fue enviado a la Argentina, había que repartir a los hijos por el mundo para lograr restablecer la fortuna de la familia. Aristóteles llegaría a Buenos Aires en 1923. Conocedor del comercio del tabaco, ya que su familia se dedicaba en Esmirna a la exportación de hoja de tabaco turco, pensó que sería una buena idea comercializar el tabaco oriental. Este tipo de tabaco es más suave que el americano y tendría mejor aceptación en un mercado consumidor femenino incipiente, que prefería la suavidad y los sabores dulces del tabaco greco-turco. Con esta idea empresarial, a finales de la década de 1920 ya era un hombre rico gracias a la importación de tabaco oriental.
El naviero Onassis. El Crack del 29, la crisis económica y bursátil mundial iniciada en Estados Unidos, fue aprovechado por el joven Onassis para comprar a bajos precios, con el dinero conseguido en la importación del tabaco turco, una importante flota de cargueros. También logró hacerse con unos astilleros que estaban en la ruina y llegó a ser el constructor de navíos más importante en su país de origen, Grecia. Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial se benefició de contar con una gran cantidad de buques de carga, tan necesarios para los suministros de los contendientes. En eso Onassis empleó su alma pragmática y haría negocios bailando el agua a los dos bandos enfrentados, el Eje y los Aliados.
Acabada la guerra, Onassis alterna su residencia entre Estados Unidos y Grecia. Su fulgurante carrera como multimillonario no pasa desapercibida ni en Europa ni en América. Comienza a ser objetivo de la llamada «prensa del corazón» y pronto se destaca su imagen de seductor para las mujeres de la alta sociedad.
El romance más aireado del magnate griego fue el que tuvo con la cantante lírica, María Callas. Ese amor, tormentoso, imposible y eterno, sería inspiración de infinidad de novelas, películas, series de televisión o reportajes documentales. En la época en la que lo vivieron sus protagonistas lo era también de todas las revistas de la “prensa rosa”, del papel couché que decían los más sofisticados.
Antes de esa historia de tormentoso romance con la Callas existió otra relación amorosa. Con evidentes sospechas de consistir en un matrimonio por conveniencia, se casó con la hija de uno de los pocos armadores helenos que le podía hacer sombra en el negocio naviero. La boda fue en 1946 y el divorcio muy poco después. Se cruzó en el matrimonio el romance con la diva Callas y Onassis aceptó un divorcio muy ventajoso para su joven esposa, como una cuestión de “honor” frente a la posible deshonra de su familia política de armadores griegos.
Pero aún habrá una mujer más famosa en la vida de Onassis. Fue Jacqueline Kennedy, la viuda del presidente norteamericano. Conocido con las siglas JFK, el mandatario estadounidense era asesinado en 1962. Un lustro después de su muerte, el hombre cuya fama era por su riqueza se cruzaría en la vida de la viuda Kennedy. Resultaba llamativo el «respeto» de esta dama a la memoria de su esposo asesinado. Firmaba siempre con su nombre completo, incluyendo apellido de soltera y los de casada: Jacqueline Lee Bouvier Kennedy Onassis.
Aristóteles y Jacqueline se casaron en 1968. Onassis ya era el hombre más rico del mundo gracias a su negocio de armador pero también por las acertadas inversiones inmobiliarias que realizaba. Por ejemplo, en 1953 compró, con la intermediación de su amigo Rainero de Mónaco, el Casino de Montecarlo.
Onassis acabó representado al tipo de hombre rico que sabía reinvertir, mantener y hacer crecer su fortuna. Sus buenas relaciones con el poder político en Grecia le facilitaron sus acciones de negocio, llegando a ser cónsul de Grecia en la Argentina. Cuando el país heleno comenzaba a salir de la posguerra y necesitaba unas líneas aéreas para fomentar la próspera industria turística, Onassis consiguió del gobierno griego la concesión de la Compañía aérea nacional, fundando en 1957 las Olimpic Airways.
Casi cuarenta años después de su muerte, ocurrida en 1975 en Francia a causa de una neumonía, Europa vivió una grave crisis financiera que replanteó muchas pautas de ese capitalismo desarrollado del que Aristóteles Onassis se benefició en sus inicios como hombre de negocios. En verdad el armador Onassis pertenece a otra época, cuando la economía no dependía tanto de la globalización financiera para ser un verdadero «hombre rico».
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